Arquitecto
Manuel Costoya Carro
Colaboradores
QL Ingeniería
(estructura)
Fotógrafo
David Frutos
Situación
C/ Torrente
El Puig d’en Valls
Ibiza, Islas Baleares
Fin de obra
13/10/17
Fabricante de ladrillo
Malpesa
La escala del edificio, como gran volumen polideportivo, parece propicia para perder la referencia de la escala humana. Con las decisiones tomadas (celosías cerámicas en combinación con otros materiales) se consigue el doble resultado de acercar la escala a la humana y a la urbana. Además, el tratamiento de la luz, con los diferentes efectos provocados por la iluminación solar, contribuye a crear un espacio deportivo con una especial relación entre interior y exterior.
El proyecto del centro deportivo de Es Puig den Valls fue concebido en dos fases diferenciadas; la primera de ellas consistió en la cubierta de las dos pistas exteriores ya existentes; la segunda, en el diseño y ejecución de su cerramiento perimetral.
Cuando recibimos el encargo del diseño de su cerramiento durante la ejecución de la primera fase, nuestro principal objeto de proyecto fue la búsqueda de un elemento de fusión entre el espacio interior y el entorno en el que se sitúa, de modo que no se perdiese la esencia de la práctica deportiva en un espacio exterior que los equipos de Es Puig den Valls habían desarrollado en ese lugar durante años.
Fue precisamente durante la ejecución de la primera fase cuando descubrimos la intensidad de matices de color que el sol proyectaba sobre la edificación desde su nacimiento (por la ausencia de obstáculos por el este) hasta su puesta. Y es por ello que la introducción de esos matices fugaces del color de la luz en el nuevo espacio a definir se convirtió en el elemento fundamental de proyecto y en el elemento capaz de dar continuidad en el tiempo a la esencia del espacio deportivo totalmente abierto previamente existente.
Para definir esta relación en permanente cambio entre interior y exterior trabajamos con los seis paramentos de los que se compone la edificación: el suelo, que introduce un color azul tan presente en el paisaje balear; el techo, de chapa de aluminio ondulada con capacidad reflexiva para desarrollar una función de fusión de todos los elementos del conjunto; y los cuatro paramentos verticales, materializados mediante la combinación de paños ciegos y paños en celosía de fábrica de 1 pie de ladrillo blanco caravista con una permeabilidad suficiente para permitir la superposición compositiva de dos fachadas enfrentadas y la introducción de los colores del entorno como parte de la composición de cada una de ellas. En la fachada oeste, los paños de celosía se alinean según la línea horizontal marcada por el torrente contiguo a la edificación; la fachada este rompe esta linealidad para permitir incorporar al conjunto las líneas quebradas del horizonte montañoso; la fachada sur, en la que se dispone el acceso principal, incorpora un paño de celosía en permanente cambio cromático como elemento más representativo del conjunto.
El material seleccionado para la ejecución de la celosía (ladrillo blanco caravista), además de aportar importantes matices cromáticos según la incidencia solar, que van desde tonos ocres a ciertas horas del día hasta blancos puros, permite la ejecución de un paramento de 24 cm de espesor que dificulta enormemente la entrada de agua a través del cerramiento aún en condiciones climáticas adversas.
Consecuentemente con la estrecha relación buscada entre interior y exterior, la edificación trata de aprovechar al máximo las condiciones climáticas del entorno para conseguir un sistema de ventilación e iluminación natural que repercuta en la consecución de un consumo energético casi nulo.